¿Pueden tener anorexia los gatos?
Una de las patologías más habituales que atienden en las clínicas veterinarias especializadas en gatos es la anorexia, entendida como la falta anormal de ganas de comer del animal. Evidentemente el gato no acompaña dicho trastorno con las mismas pautas de actuación que suele presentar un ser humano, pero es una realidad que este tipo de problemas de salud son frecuentes en este tipo de animales de compañía.
Se pueden distinguir dos causas fundamentales en los casos de anorexia en felinos: la provocada por la falta de deseo de comer, que muchas veces tiene su origen en un problema de índole psicológica que provoque un rechazo de los alimentos por culpa de alguna mala experiencia que lleve al animal a asociar negativamente el comer; y la anorexia que en realidad no es tal, sino que se produce por culpa de otro problema de salud que le impide alimentarse.
El primero de los dos casos es la anorexia propiamente dicha, y si se da en un gato es porque algún tipo de trauma ha ocurrido en su vida. Por eso es fundamental indagar en su pasado. Puede estar derivada por un cambio brusco en su dieta, por un cambio de domicilio o por la adopción de otros animales por ejemplo. Cualquier detalle que fuera susceptible de generar estrés en el animal podría ser la causa. Los veterinarios lo saben y por eso querrán saberlo todo acerca del animal y de la vida familiar, ya que será fundamental para determinar qué ha causado el trastorno en la alimentación, algo básico para empezar a trazar un plan para remediarlo antes de que la anorexia conlleve más problemas de salud graves al felino.
En otras ocasiones, el gato puede perder su apetito por culpa de alguna enfermedad o dolencia. Los expertos harán las pruebas necesarias para tener la respuesta científica, y en caso de que no exista ningún motivo es cuando pueden asociarlo a trastornos psicológicos con más probabilidad de acierto. La salud de la boca es una causa muy potente de procesos de anorexia en felinos, ya que cualquier infección en ella puede ocasionar que el gato no quiera comer.
También lo puede provocar por ejemplo una fractura en los huesos de la mandíbula que haya podido pasar desapercibida a la familia del animal. Lo común cuando se trata de una anorexia de este tipo es que el gato sí muestre deseo de comer, incluso se acerque a su comedero a hacerlo. Es una gran diferencia con respecto a la anorexia de origen psicológico, por lo que es sencillo para los dueños tener cierta idea previa antes de acudir a su veterinario.
Es importante prestar siempre atención a los síntomas que muestre el animal y sobre todo a su actitud, tanto al comer como a la hora de moverse. Si el gato ha perdido energía y encima no se comporta de forma normal cuando toca la hora de comer, algo ocurre. Lo mejor, sin duda alguna, en estos casos es acudir raudo al especialista.
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